Por estos días en algunas veredas y plazas es llamativa la “lluvia” que cae de las copas de estos árboles, la Tipuana tipu​​​​​, conocido también como tipa, tipa blanca, tipuana​ palo rosa.
Estos son árboles altos, que forman corredores que parecen túneles. A pocos días del comienzo del verano, la paleta de colores del arbolado sumó el amarillo de las tipas, los árboles que “lloran” con lágrimas que no son lo que parecen. Sus flores se lucen en las copas de los ejemplares, para después caer y conformar mullidas alfombras que tapizan las veredas y parques.
Aunque a veces a las autoridades competentes les cueste entenderlo, los árboles son el patrimonio ambiental más importante de las ciudades: moderan las temperaturas, favorecen el escurrimiento pluvial, oxigenan el aire absorbiendo carbono, retienen polvo atmosférico y amortiguan la contaminación sonora.La Tipa llega a medir más de 30 metros de altura y sus troncos oscuros tienen más de un metro de diámetro. Su abundante follaje dura casi todo el invierno y en octubre, pierde las hojas. Sus ramas quedan desnudas en plena primavera y, dos o tres semanas después, vuelven a llenarse de hojas y flores.
Se trata de un árbol muy resistente, y tolera muy bien el trasplante en tamaño adulto, un rasgo excepcional que tienen pocas especies.
Pero, ¿por qué lloran las tipas? La realidad sobre el origen de esas “lágrimas” es poco romántica: el goteo es producido por un insecto, la chicharra de la espuma o Cephisus siccifolius, que en su estado de ninfa se alimenta de la savia del árbol. La succiona de los brotes y, al mismo tiempo, va excretando un líquido que forma una espuma. Cuando esa espuma se acumula en las hojas, cae en forma de gotas de un líquido azucarado. Es una especie de orina de estas chicharras.

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