Es una planta nacional y su nombre científico es Euphorbia Pulcherrima. Puede cultivarse como arbusto (de hoja caduca) en los jardines o como planta de interior.
Su atractivo más llamativo son las brácteas rojas, rosas, blancas o amarillentas que decoran la parte superior y puede llegar a medir unos 3,5 metros de altura plantada en tierra. Sus flores son pequeñas y tubulares, estas son rodeadas por las brácteas y puede conservarse sin problema año tras año. En el exterior, se debe elegir un sitio de semisombra, no expuesto a las corrientes de aire ni cambios de temperatura. Si vive en un lugar con heladas frecuentes y temperaturas muy bajas se recomienda tenerla en el interior. Tiene que tener un sustrato bien drenado y enriquecido. En el interior, colocarla en un lugar luminoso y húmedo, que no esté expuesto a ninguna corriente de aire ni a cambios de temperatura.
El riego, al principio, debe ser abundante cuidando que la tierra haya absorbido por completo el agua de la aplicación anterior, para evitar exceso de humedad y charcos. Cuando pierda la flor, puede reducir el riego a una vez por semana. Hay que tener cuidado de no mojar las brácteas que rodean las flores amarillas, ya que sino, aparecen manchas antiestéticas o perderá su pigmentación. Cuando se encuentra en el interior se recomienda no regar la tierra directamente sino colocar la maceta sobre un plato con agua por aproximadamente 15 minutos dos veces por semana, también cuidando de que el riego esté parcialmente seco.
Cuando comience a perder sus hojas y las brácteas están más débiles, hay que podar la planta. Usa guantes porque la savia blanca puede irritar los ojos y las mucosas por contacto. Para que vuelva a florecer se requiere de 12 horas de absoluta oscuridad. Para esto, debe tapar durante las noches con un plástico negro y destapar por la mañana.
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